Un espacio para el pensamiento crítico y la creación

Tod@s quienes quieran sumarse a este espacio de creación literaria; tod@s quienes quieran desde la crítica, crear a través del lenguaje, tod@s quienes deseen discutir sus ideas...

¡¡¡¡Bienvenid@s!!!!

martes, 4 de mayo de 2010

confesiones


oso desabotonar mi boca

al colgarme las orejas al cielo


bailo el bals con el ventilador

escuchando música de tractor


mi mirada se aferra a aquellas

como moscas y zancudos a la luz eléctrica


tus manos de molusco glotón devoran mi rostro,

picotean mis orificios

y escurren como caracoles en hocico de perro sediento


tus dientes de hacha

desfiguran voraces la epidermis de mis gestos


sus ojeras de insomnio cuelgan

cuales senos de anciana


mi jaqueca es haber sido decapitado,

y reinsertado.

perforado en la nuca,

encordado hasta los huecos oculares,

y colgado como piñata.

martes, 20 de abril de 2010

Al Grupo Representativo de Danza Contemporánea, en su estreno


Utopía de un sueño
trazado en movimiento

Al Grupo Representativo de Danza Contemporánea, en su estreno.

Creía que no me sorprendería nada: Conocía de cerca el proceso creativo, había acudido a algunos ensayos en el salón de danza; fui testigo del siempre caótico ensayo general; así que, me senté a esperar que todo funcionara lo mejor posible, eché un par de miradas al fondo de la sala para tratar de reconocer a los rezagados, miré al público y entonces, algo pasó. Corrijo, algo “me” pasó. Quise, durante algunos segundos, ser riguroso, anotar en mi mente los detalles que podrían corregirse, algunas fallas técnicas… pero luego, nada, sólo los cuerpos, sólo el espacio y sólo, esos sueños. Era como si, por ese lapso de tiempo, cada una de ustedes, bailarinas, “me” hubieran contado un secreto. Curioso confidente que cuando bajaron las lámparas, ya quería correr a contárselo a alguien. Pero, ¿qué contarle? Que.. “fui testigo de una experiencia dancística que me ha dejado no sólo satisfecho sino sorprendido” Que, en varios momentos me he conmovido. ¿Que por otro lado, inspiraron muchos pensamientos? O quizá procurar alejar la emoción y decir: “Es una obra sobre los sueños, compuesta en varios cuadros, construido el movimiento a partir de variaciones, ellas usan traje, hay video, bicicleta y monociclo…”
No. Ahora que les escribo esto, no consigo –como pueden ver, mediada la página ya-, concretar en palabras la experiencia. Y es quizá que, cuando hablamos de lo inasible, cuando nos referimos a lo innombrable, ahondamos también en las profundidades de esa otra cara de la llamada realidad  que a la luz, al menos del lenguaje, permanece oscura. Y en ese terreno se halla, no la descripción del sueño –necesariamente poética en tanto aspiración a concretar las sensaciones que se oponen a la vigilia-; sino la experiencia misma del sueño. ¿Cómo dar cuenta de ella? Y más aún, ¿cómo conseguir comprender lógicamente lo que siendo proyección de futuro, puede vivirse únicamente como sueño? Y además ¿cómo hacerlo, procurando el testimonio del cuerpo, de sus terminaciones nerviosas, de su experiencia en tanto organismo vivo inmerso en esa otra dimensión en apariencia incorpórea? Pues he aquí, que ese otro lenguaje, ese otro vehículo de la idea –rebelde y concreto a la vez-, envía en forma de pulsos eléctricos sus “palabras” sobre los músculos del cuerpo. He aquí, que la danza consigue en el instante efímero, hacer por un segundo asible lo inasible, decible lo indecible, y pasado el tiempo, a la memoria, le procura nombrar aquello innombrable, porque no obstante, lo ha visto y el cuerpo, no obstante, lo ha vivido.
¿Cómo explicar las ilusiones transformadas en sueño o cómo dar cuenta de los sueños hechos ilusión, motivos de vida? ¿Porqué late el cuerpo? ¿Para quién? ¿Por qué o quién? La eterna pregunta, a la que la filosofía ha conseguido responder sólo con nuevas interrogantes; se suspende en una especie de entredicho cuando pervive sobre un escenario y flota en forma de sólo movimiento. Ese “sobre el escenario se es mientras se hace” o “se es en tanto movimiento”, parece tensarse en esta Utopía, cuando lo que se es sobre el escenario se halla directamente proporcionado con lo que se es en la realidad y sobre todo, con lo que se sueña que se es. Entonces el hacer adquiere una densidad en la que, como en el sueño, aún desprovisto de lógica aparente, genera una experiencia emocional  y a la vez orgánica; una experiencia imaginativa y a la vez concreta; un experiencia, pues, que ahora, habitará a la memoria, dialogará con ella en una dialéctica entre la vigilia y los propios sueños.
Descubro pues, que me será difícil –corrijo, imposible-, correr a decirle a quienes quiero, tanto el secreto que cada una de ustedes me contó, como cuál fue mi experiencia; y no obstante, volviendo de su función, confieso que debo haber platicado sobre su obra hasta entrada la madrugada con mi mamá –bailarina también, cuyo primer comentario fue, cuando acudió a felicitar a Margarita: “yo también soñé en este escenario”-; elucubramos durante horas sobre lo que habíamos vivido sin conseguir concretar nada, pero sobre todo, quizá, procurando descifrar, nuestros propios sueños. Ella, con sus 73 años a cuestas y a sus 43 de haber dejado de bailar.
Por eso me parece que, cuando al día siguiente, hubo quienes no consiguieron entrar en su mundo onírico, cuando algunos de los espectadores se sintieron ajenos; era quizá esa natural resistencia para ver la otra cara de la realidad, esa que no se explica, esa que no “cuenta una historia”, esa que sólo sucede; o por decirlo de otro modo, la resistencia a entregarse a sentir, como escribieron ustedes “sin juzgar, para preguntarnos, para entender”.
Mi mamá volvió a la ciudad donde reside a la mañana siguiente. Su cuerpo delgadito y cada día más pequeño se encontraba –descubrí-, algo más alegre, y su mirada antes de despedirnos, me refleja hoy, que ella –quien repito,“también soñó” sobre el escenario del Teatro de la Danza, hace más de 40 años-; revivió sus sueños tanto como ustedes ese día los han vivido y tanto como al menos a mí, me hicieron vivir los míos sin conseguir hoy, poder dar cuenta a través de estas letras de ello y sin embargo,  siendo ya, tan parte de mí.
Gracias pues, bailarinas, Margarita; por su entrega, por su obra y por permitirme verla a ella, tan revivida, esa mañana siguiente.

ALBERTO GALLARDO.


Fotografías falsas.

Marie estaba preparándose el desayuno, lo dejó a fuego medio. Fue a su alcoba, tomó su cámara digital. Se tomó varias fotos: haciendo muecas sexys frente al espejo, se tapaba la boca, juntaba los codos para remarcar su escote, bajaba la frente, miraba al lente con cara perversa, hacía la boca en forma de beso-de-pico, se bajaba un tirante del brassier al hombro, etc. Terminó su auto-sesión y comenzó a revisar las fotos, lo que pensaba mientras las veía era: “¡Las voy a subir a Facebook!”
Cuando bajó, la cocina estaba toda humeada. Abrió las ventanas, salió a tomar un poco de aire al porche de su casa. Justo al abrir la puerta, iba pasando el muchacho repartidor de periódico en su bicicleta verde con canastilla en el manubrio, arrojó el periódico, como lo hacía todas las mañanas. Fue cómico cómo cayó en sus brazos, como si el repartidor hubiera encestado un balón en la canasta. ¡3 puntos! Buena puntería.

Se sentó Marie en la banqueta, lo abrió. Lo primero que vio fue un artículo en la sección de cultura:

El fotógrafo Australiano, Carl Parkinson, encontró señales y simbolismos en montones de fotografías. Recolectó de las carpetas de Papelería de Reciclaje de cientos de computadoras públicas, de familiares, amigos, etc. Su exposición constaba de las fotos más casuales, las borradas, las asquerosas, las de cara fea, las que no mostrarías, las movidas, con dedazos, sin flash, o con demasiada luz, mal impresas, mal enfocadas, fotos perdidas, etc. “Son simplemente hermosas”-dice Carl-.

Detectó que es más difícil o imposible tomar fotos como las de su exposición, asegura que una ”mala” foto no se puede hacer intencionalmente, porque pierde su magia. “Aunque se tuvieran los mejores lentes, la mejor cámara con las mejores resoluciones, mis fotos valen más que monótonos paisajes de la naturaleza o hechos por el hombre, o retratos, o poses. La única manera de conseguirlas es buscando entre carpetas de muchas fotos”. Son muy escazas por el hecho de ser borradas. Carl asocia la acción de borrar esas fotos con debilidades o disgustos de la gente.

“Las fotografías muestran momentos y recordatorios de la vida. La vida debe ser percibida como es, no como te gustaría que fuera, o como quisieras que los demás la vean. Estoy en contra de ocultar lo que somos, de aparentar lo que deseamos, de vivir con la actitud de pretender, querer impresionar a partir de la estética y la belleza. Todos sabemos que el mundo no es así. ¿A quién tratamos de engañar? ¿A algún desconocido o foráneo o extraterrestre que no conozca cómo son las cosas? Las cosas hay que mostrarlas como son.” Agrega Carl que su razón para despreciar las fotos típicas y “bellas” es porque hay millones, porque las fotos, generalmente accidentales, son más inusuales, muestran con más sinceridad lo que nos rodea y conforma. “Fotografiar accidentes o momentos indeseados, involuntariamente, es una maravilla.”

Comentó Parkinson sus distinciones acerca de las fotografías: “No estoy en contra de las fotos chistosas que nos hacen pasar momentos divertidos, ni en las fotos artísticas, o de estudio, cada una tiene su fin particular. Existen fotos muy provocadoras, amarillistas y explicitas, Pueden provocar miedo, asco, ternura, melancolía, orgasmos, felicidad, risa, tristeza, un sin-fin de sensaciones y emociones. La fotografía es muda aunque puede desgarrar gargantas a partir de gritos de terror.
Carl dejó en claro que las fotos dicen mucho, no necesariamente tienes que expresar verbalmente lo que dicen o significan, es simplemente cuestión de percibir y admirar.

Agregó que en su larga búsqueda de fotos erróneas, pudo detectar que más de 3 cuartas partes de las fotografías tomadas son fingidas. “Hay muchas fotos en las que la gente pretende estar feliz, se abraza y enseña los dientes, 3 o 4 fotos después la misma gente está por otro lado. Intentan engañar al lente. Por eso pienso que las fotos que salen por accidente son las más naturales, porque no nos damos cuenta de que estamos siendo fotografiados y nos encontramos en nuestra más pura naturaleza del ser. Nos enseñan justo como somos: imperfectos y reales. Creo que la sobre-edición y la colocación extrema de elementos, ocultan la esencia natural de las cosas. Si las fotos que vemos en las revistas fueran tan perfectas, saldrían bien a la primera toma.”

Parkinson lleva 5 meses en su exposición, hasta ahora ha sido un gran éxito.

Marie no lo había pensado nunca de esa manera, dejó un momento su mirada clavada sobre el tejado rojo de la casa de enfrente mientras recapacitaba, se mojó el dedo grosero con la lengua, le dio vuelta a algunas páginas. Había otro artículo que también le sorprendió:

El terapeuta y psicólogo Austriaco Timur Muller recetó a familias disfuncionales comprarse una cámara fotográfica, con buena disposición, tomarse muchas fotos abrazados, sonriendo, dándose besos y demostrándose mucho amor; después de haberlas tomado, imprimirlas en grande, comprar marcos al gusto, colocarlas por toda la casa. Evidentemente una familia disfuncional tendría que hacer esto de manera fingida, intentando proyectar la situación que desearían en su familia. Según los reportes, las 34 familias a quienes ha atendido y recetado con la misma alternativa, han mejorado en sus relaciones notablemente. Al apreciar sus imágenes de unión, amor, felicidad se motivan, crean un vínculo más estrecho, para lograr lo que las fotos se vuelvan en una realidad. Olvidan el pasado, las peleas, cambiándolos por imágenes positivas. Las imágenes pasmadas en papel representan, abrazos infinitos, sonrisas sin fin. Les hace recordar, tener presente ese afecto, ubicaciones, temporada, momentos especiales que persistirán.

Muller afirma que aunque sea un acto hipócrita y ridículo en su totalidad, la gente vive bajo ciertas realidades que las fotografías muestran, ya que son representan una evidencia. Timur comentó que cuando la gente tiene fotos bonitas, su comportamiento y actitudes se modifican haciéndolas sentir mejor consigo, aunque sea una pura falsedad. Relacionó este efecto con páginas de internet muy visitadas por jóvenes y adultos, como chats, Myspace, hi5, Facebook, Myspace, entre otras. Dice que la mayoría de las fotos que aparecen en estos sitios son muy selectivas y escogidas. Estudió con jóvenes el cambio en su comportamiento y actitud después de una buena sesión de fotografías, y asegura que pueden lograr un cambio de identidad.

Marie se dio cuenta de detalles tan falsos de la sociedad. Reentro a su casa, fue directo a su alcoba, tomó su cámara, vio las fotos y se carcajeó burlándose de ella misma. Después de un rato las borró todas.

José Andrés Pérez Castillo 1013387, Marzo 2009.


Flashes relampagueantes.

Flashes relampagueantes.

Emma y Jossie estaban en la casa del árbol escuchando música. El estéreo lo tenían conectado con una extensión desde la casa. Empezó a llover, se fue la luz. Esperaban regresar cuando la lluvia se calmara, pero estaban bastante cómodos, decidieron permanecer ahí. Escuchaban la tormenta caer sobre el pavimento como aplausos, veían los rayos sobre la ciudad como dedos de Dios eligiendo sitios.

En ese instante no era preciso conversar. Era uno de esos momentos en los que se dice mucho más estando callado, conviviendo y disfrutando la ocasión.

Pasaron varios minutos hasta que Emma rompió el silencio, pero lo valió completamente: “Imagina que los relámpagos fueran flashes y alguien nos esté tomando fotografías desde el cielo cuando llueve, que cuando muramos nos llevemos todos los recuerdos y vivencias más importantes en ellas. ¡Serían las fotografías más naturales y bellas! Fotografías que fueron tomadas por el cielo mientras más disfrutabas de algún instante específico en tu vida y la alegría te invadió.


Imagina que los momentos más remarcables de nuestra vida, ya sean felices o tristes, exitosos o miserables, te sean entregados en un álbum de fotos. Serían definitivamente las mejores: sin pretender nada, siendo como somos, sin fingir algún estado de ánimo, solo el del instante preciso en que fueron tomadas. Nuestras mejores caras, las naturales, momentos capturados justo siendo lo que somos día a día, sin percatarnos de ellas.”

“¡Como Paparazzi!”-contestó Jossie. Ambos rieron. “O que de noche la luz de la luna es una linterna dirigida hacia nosotros. Sería bueno pensar que todo el tiempo estamos bajo esa lupa o bajo el lente siendo enfocados. Que el que tome las fotos esté todo el tiempo con el dedo en el gatillo esperando un buen momento para presionarlo, tomar la foto. Sería bueno dar tu mejor cara, nuestra mejor impresión. Siempre alistarse, estar al pendiente de todo. Para no perder ningún detalle de lo que nos rodea, no tener fotografías que no nos gustaría ver ni recordar en ese álbum. Suprimir los momentos tristes y deprimentes para poder tener un repertorio de fotos genial.”

“¡Exacto!” Jossie abrazó a Emma y le dijo: “si pasara eso, estoy seguro que habría una foto de este momento contigo en mi álbum.”

Mientras se abrazaban regresó la luz eléctrica, del estéreo salió una voz melódica: “Regresa a casa”. Se asustaron, se separaron, se miraron fijamente por un par de segundos. No pensaron dos veces, bajaron muy de prisa por los trozos de madera incrustados con clavos sobre el tallo del árbol. Dejaron el estéreo encendido pero no oyeron más. Justo al tocar el piso, cayó un rayo sobre el árbol. El destello, el impacto y el sonido los aventaron unos metros. Miraron el árbol en llamas bajo la lluvia desde el piso e imaginaron perfecto la fotografía. Estaban a salvo.

José Andrés Pérez Castillo, Marzo 2009.
LAE

Muñequitas


Hace unas semanas Paola obtuvo, como regalo y petición de su séptimo cumpleaños, una Barbie. La nombró como ‘Tamara’, pero le decía ‘Tammy’ de cariño.

No hacía más que jugar con ella todo el día. Se bañaban juntas, comía con ella: le embarraba las mejillas, papada, boca y cuello al arrimarle cucharadas de sus alimentos; dormía con ella, la traía consigo a donde fuere. Era ya Tammy su mejor amiga, después de Camila, una compañerita de su primaria. Camila, para variar, tenía también una Barbie, pero más nueva que Tammy; la muñeca se llamaba Liliana pero le decía ‘Lilly’.


Al salir del colegio, Paola y Camila, se juntaban por las tardes a jugar con las Barbies. Antes de tener las muñecas, jugaban entre ellas, platicaban y correteaban. La atención, entonces, iba dirigida a sus anheladísimas mujeres miniatura plastificadas. Las niñas tomaban a las Barbies por la cintura, las hacían caminar con tacones, escalar árboles con sus atuendos de camping, manejar por la ciudad (el piso) en su Barbie-Móvil, tomar el sol en su Barbie-Camastro, tomar café de tacitas vacías en la sala de su Barbie-Mansión, vestirlas con todos sus cambios de Barbie-Ropa.


Con coche, un vasto repertorio de ropajes, casa, paseos, atención, etc., sus Barbies vivían mejor que millones de personas en el mundo, pero sus dueñas eran niñas pequeñas e inocentes, no lo sabían. Ellas se consentían, se divertían a montones. Estaban contentas con su juguete, que era lo que realmente importaba. A esa edad basta con que se entretengan, pensaban sus padres.


En el fin de semana siguiente a Paola se le ocurrió darle un poco de personalidad a Tammy, así que le pintó las uñas con esmalte real, aunque le manchó todas las manos de rojo, como si hubiera estado en una masacre. La solución que halló fue cortarse sus propias uñas ya pintadas en pedazos diminutos y adherirlas con diurex a las de la muñeca. Parecía que Tammy tenía, en cada mano, un guante brilloso con garras expuestas, no se veía tan mal. También, para darle un toque propio, Paola arrancó los cabellos del peine con los que cepillaba diariamente su melena castaña después de la ducha, e hizo una peluca para Tammy. Se la adhirió con pegamento sobre la cabeza ya calva, por supuesto, después de haberle arrancado los cabellos rubios ayudada del piso, su zapato parado sobre la cabellera y una serie de jalones por las piernas, en los que casi decapita a Tammy.


A Paola le quedaban grandes las mangas de su suéter escolar naranja, recortó dos rectángulos de cada una, les hizo algunos hoyos para los brazos, otros para las piernas, los midió, hizo unos cuantos arreglos para finalmente juntarlos con grapadora. El nuevo vestido naranja de Tammy parecía tener finos encajes de plata la espalda. También recortó un pedazo de su funda de almohada floreada: le hizo un reboso muy lindo. Quedó Tammy muy elegante y llamativa con su nuevo look. Paola estaba fascinada, muy alegre, satisfecha por su creación.


En una caja de zapatos construyó la cama de Tammy. Obviamente su mamá enfureció cuando vio que Paola había recortado también su edredón para hacerle una colcha a la Barbie. Puso Paola una mesa emparejada a un costado de su cama, donde colocó la muñeca al lado de ella, a su vista y alcance. Todas las noches encendía unas velas que encontró en una vitrina de su sala, acariciaba su muñeca, diciéndole cuán bonita era, que bien se veía con su nueva apariencia, la besaba, incluso la llamaba ‘pequeña Paola’, le contaba cuentos de Ken, la arrullaba, hasta dormir.


Un día, Paola invitó a Camila a su casa para presumirle y mostrarle lo que había hecho. Estaba sumamente orgullosa. Camila se sorprendió, la felicitó, le propuso cambiar de Barbies por una semana. Paola aceptó. Le quería mostrar qué era una vida de reinas a la Lilly, la Barbie ajena. Quería que Camila admirara minuciosa y detalladamente todos los arreglos que le había hecho a Tammy, le dio la cama, colcha , la vestimenta, las velas, e indicaciones de cómo tratar a su princesa Tammy. Le prohibió cambiarla, porque era difícil ponerle la ropa de nuevo, exigió bañarla dos veces a la semana, sacarla a pasear, asolearla, etc.


Camila hacía lo que Paola le había dicho, todas las noches encendía las velas, la acariciaba, la llamaba por su nombre, ‘pequeña Paola’. Como un rito.


El primer día no pasó mucho, fueron a la escuela, cambiaron de Barbies en los recreos para no extrañarlas, se regresaron a las muñecas, se despidieron de ellas, jugaron en la casa, durmieron. Paola no le hizo nada especial a Lilly, la Barbie de Camila. Camila sí repitió el rito con Tammy.


El segundo día hicieron lo mismo que el primero. Como era Martes Paola tenía clase de natación. Casualmente a Camila se le ocurrió bañar a Tammy. La metía y sacaba del agua, la dejaba bucear, etc. Paola al mismo tiempo se ahogaba en la alberca. Rito nocturno.


Tercer día. El mismo intercambio temporal en la escuela, el mismo rito en las noches. Camila sacó al patio a asolear a la muñeca, pero la olvidó cuando su mamá la llamó a comer. A Paola le dio una calentura de 40 y tantos grados. Terrible, fue dar al pediatra, le recomendó quedarse en cama todo el día. Velas por la noche.


Cuarto día, Paola faltó a la escuela. Camila jugaba con ella sola en el recreo, la aventaba por los aires y la atrapaba, pero no siempre. Las 4 o 5 veces que no la cachó, se le zafó un brazo. Camila caía de la cama, se metía tremendos golpazos. Quedó llena de moretones, cortadas y un hombro dislocado. Por la tarde ambas jugaron con las muñecas, Camila consintió a Tammy, Paola se sintió mejor, aunque los moretones no se borran en pocas horas. Por la noche, como de costumbre, Camila repitió el rito de velas, acostarla en la cama, acariciarla, etc.


Quinto día, Viernes, hicieron lo que los primeros 3 días en la escuela, tarde y noche. Camila quiso aventurarse un poco, le puso a Tammy encima los abrigos y atuendos deportivos. Improvisó dentro de una hielera un valle, la nieve era unicel y hielo escarchado, las piedras como montañas, etc. Metió a Tammy. A Camila le dio un resfriado de aquellos, estaba muy herida. Después de unas horas, milagrosamente, mejoró.


En la noche Paola y su familia fueron al circo. No llevó a Lilly.

Camila se quedó en casa jugando, dejó la Barbie en el suelo, fue al baño, cuando regresó vio a su gato con Tammy en la boca. Al mismo tiempo en el circo, cuando sacaron a los tigres de bengala hubo un ataque al público. Paola fue la víctima.


Camila se deshizo de Tammy, la tiró a la basura.
Tammy en el basurero de la ciudad quedó divagando llena de energía de Paola. Era una muñeca viviente. Estaba ya muy sucia y apestosa. De tener una vida gloriosa y envidiable por tantos, pasó a miserias. Buscó compañía de juguetes, encontró algunos luchadores, imitaciones de Barbie con la cabeza demasiado suave, coches Hot-Wheels demasiado pequeños para ella, peluches tuertos, Súper-héroes tristes. Entre su larga e incansable búsqueda de amor encontró un Ken sin piernas, lo rescató y pasó su miserable vida construyendo su casa a partir de latas, cajas de cartón, bolsas de plástico y papel.

José Andrés Pérez Castillo, Marzo 2009.

jueves, 15 de abril de 2010

Sábanas Rojas

Sábanas rojas.

Por José Andrés Pérez Castillo

GUSTAVO:

Ciento cincuenta pesos en unos pocos minutos, qué buena noche. No sé qué pasará entre esos chicos, no es mi asunto, pero aquel chavo estaba muy alterado cuando me dijo que llevara a la chica a su casa, dándome un papel con una dirección y un billete rojo con la cara de Nezahualcoyotl. Dinero es dinero.

JULIETA:

- ¡Si sigues con esa chica te saco de la universidad eh, Cesar! ¿Entendiste? No quiero volverla a ver. Nos está causando muchos problemas, te está haciendo daño, ¿qué no lo ves? Ya no sonríes como antes.

- Pero mamá, si la dejo se va a poner peor, la tengo que ayudar.

- Es muy su problema, tu relación es destructiva, ya te lo advertí, si te pillo con ella, adiós estudios, adiós coche, adiós a todo.

- Aaaaaah pero mam...

- ¡Nada! No diré más.

CÉSAR:

- ¡Mariana! Qué bueno que te veo, necesito un favorzote.

- ¿Qué paso?

- Necesito que me grabes unos diálogos para el podcast que estoy editando, tengo que entregarlo la siguiente semana. Tú tienes buena voz.

- Ah sí, sí, claro. Mándame los textos y lo hago en un ratito.

- Va, va, va. Te los mando hoy en la tarde.

- Okay. ¡Aaaah! ¿y cómo vas con Talía?

- Fffffff, ya no sé. Sí la quiero, la amo, pero ya no está bien, no está bien. Está loca, ya no sé qué hacer. Aparte el viernes en la noche dejó las sábanas todas manchadas. Ya no es como antes.

- Date un tiempo, es mi amiga, a mí también me hace berrinches estúpidos, pero yo le puedo explicar que quieres estar solo un rato.

- ¡Se lo he dicho! Pero no deja de llamarme. Ya me hartó. Quiero seis meses sin ella, sin nadie, pero cada que se lo digo empieza con que es porque me iré con alguien más, que no quiere que la cambie y bla, bla, bla. Le digo que no es por nadie, que quiero estar solo y aaaaa…

- A mí también me habla berreando y le digo que no quiero oír sus dramas y le cuelgo, pero ella entiende que no me quiero meter en sus broncas.

- Habla con ella, por favor.

- Sí, sí, no te preocupes.

GUSTAVO:

Después de que el muchacho se metió a su casa la niña me pidió que le ayudara a trepar la reja. Le dije que no era correcto, que no era su casa, pero me dijo que no fuera tonto, que es la casa de su novio, que no la iba a asaltar, solamente quería entrar, que a esas horas nadie vería. La calle estaba vacía. Me ofreció 50 pesos más y tuve que acceder: en estos tiempos no se te presenta tan fácil el dinero. Le hice pie-de-ladrón y ella se sujetaba de los fierros negros. Me gritaba con murmullos que no la mirara porque traía falda. Tampoco me pude resistir, estas situaciones son únicas, ¿cada cuándo tienes a una chica de 20 años delante de ti de esa manera?, y ni se daba cuenta. Yo la miraba. Hasta cierto punto deseba que se resbalara para poder tocarla al caer y pareciera que la sostuve así sin dobles intenciones. Cuando estaba ella hasta arriba pidió mis tapetes, me había pagado por adelantado, no podía irme así porque sí, se los lancé hasta que los cachara, los puso sobre los cables eléctricos. Pasó una pierna, después la otra, yo sudaba frío, si se caía desde esa altura se desnucaría o sepa dios qué pasaría. La niña estaba del otro lado, lo había logrado. No sé por qué pero nos sonreímos, me emocioné y me levantó el pulgar. Todo era muy silencioso pero con mucha tensión.

MARIANA:

- Talía, ¿que no tienes calor? Quítate el suéter por lo menos.

- No, está bien, yo tengo frío.

- ¿ Calor con este sol de sábado a las 3 de la tarde?

JULIETA:

No es por metiche ni entrometida, pero creo que esa niña ya llegó muy lejos. Anoche me levanté al baño y la puerta del cuarto de César estaba emparejada. Siempre la tiene cerrada, se me hizo raro. Me asomé por la ventana, sí estaba su coche. Me acerqué a su habitación y eché una mirada sobre el borde semi-abierto. Estaba Talía al otro extremo de la cama de César, llorando en silencio. Él estaba bien dormido, qué bueno que no se dio cuenta.

GUSTAVO:

Supe qué quería decir con el movimiento de sus labios, quería su bolsa, la tomé del asiento trasero de mi taxi, la cerré y la arrojé hasta el otro lado. Hubiera sido de lo peor si se atoraba en la parte superior de la reja, pero fui exacto y preciso. La suerte estaba de mi lado, y la fuerza en mis brazos.
¿Si no era su casa cómo abriría? La curiosidad no me abandonó y se lo pregunté usando mi mano simulando una llave para abrir la puerta. Sacó un juego de llaves de su bolsa y me hizo la seña de ya poderme ir guiñándome el ojo.

JULIETA:

Entré a hurtadillas, sin pantuflas, la tomé de la greña y la jalé afuera. Ella se asustó. Le pregunté qué hacía aquí y sólo lloraba, respiraba muy fuerte y rápido por la boca. La metí al baño para que se limpiara, le dije que se fuera de aquí y de nuestras vidas. No hablaba nada. Le pregunté cómo entró, me enseñó y entregó un juego de llaves copiadas a todas las de César. Bajamos las escaleras juntas, le abrí las puertas de la casa, la del coche y la llevé a su casa.

CÉSAR:

Ayer llegando a mi casa, estacioné mi auto, apagué el motor y se escuchaban fuertes y acelerados suspiros. Me estiré hacia atrás para tomar mi chamarra y vaya sorpresa: estaba Talía en el asiento trasero, hecha bolita, tapada con su suéter y mi chamarra, escondida. La saqué del coche y llamé a un taxi.

JULIETA:

Le llamé a la mamá de Talía el sábado por la mañana y le conté todo el brete, yo estaba gritando y reclamándole duro. Quería poner bien en claro que la quería lejos de mí y de mi hijo. Lo único que me contestó fue: “Ah, no te preocupes, lo que pasa es que le falta litio en el cerebro.”, y colgó.

CÉSAR:

Desperté y a mi lado estaban el suéter de Talía, una navaja Victorinox y un montón de sangre. Podía afirmar que hubo una masacre.

martes, 13 de abril de 2010

AVISO MUY URGENTE PARA ESCRITORES

Querid@s compañer@s, hemos revisado hoy con el proveedor que imprimirá la revistita de fin de semestre, y tenemos UNA GRAN PREMURA

  • HEMOS DE ENTREGARLE NUESTROS TEXTOS A PUBLICAR ESTE JUEVES 15 A MÁS TARDAR
  • Entonces:
  1. Por favor, seleccionen el texto que quieren publicar en la revista (al menos 1 por persona) y súbanlo por este medio para que los revise
  2. Por favor recomienden el trabajo de algún compañer@ y háganoslo saber por este medio.
  3. Les pido una disculpa por la premura.
  4. Sé que están en exámenes, pero dediquémosle un par de horas entre hoy y el jueves a esto.
  5. El jueves, con quienes asistan haremos la selección/edición final
  • SI NO SE HAN SUBIDO LOS TRABAJOS A MÁS TARDAR EL JUEVES A LAS 11 HRS., YO ELIGIRÉ Y CORREGIRÉ LOS TEXTOS A PUBLICAR DE LO QUE TENEMOS EN EL BLOG.
  • ESTO NO QUIERE DECIR QUE EL JUEVES TERMINA EL TALLER, SEGUIREMOS TRABAJANDO SOBRE LOS TEXTOS CON MIRAS A LA APERTURA DE NUESTRA REVISTA.


Muchas gracias.
Alberto.

PRONUNCIAMIENTO, EXIGENCIAS, PROPUESTAS Y OFRECIMIENTOS del Tecnológico de Monterrey en torno a la problemática Nacional.

http://viewer.zmags.com/publication/ad77e8f9#/ad77e8f9/1

Tres Perversos (intervenido por Alberto)

Tres perversos en Notre Dame:

Ahí, donde se encuentra la tercera banca de la fila izquierda de la iglesia de Notre Dame en París es nuestro escenario…

Ahí, donde Dominique Auguste Curie juega compulsivamente con su PSP la versión francesa de “Chili con Carnage” en vez de atender al guía que afanado, procura recrear a Jean Valjean. El juego le ha valido más de un regaño en su casa, por jugar durante la comida, en vez de estudiar y en vez de dormir, de hecho en la escuela ya corre peligro su reinscripción, en caso de volver a oprimir el diminuto botón de su diminuta consola lo correrán.

Ahí, donde durante la Edad media, en 1150, cuando el lugar aun se hallaba en construcción, otro perverso, de una naturaleza más seria para su época, se sentaba en el mismo lugar para oír misa, aunque su objetivo empezaba después de ésta. Él, Pierre -quien en esta época en la que yo, Dominique Auguste Curie escribo este relato, sería considerado un paciente mental esquizofrénico-; jura por todos los santos que su casa está poseída, la choza donde vive, al otro extremo de la Ile de la Cite: según su testimonio es habitada por gente que vive detrás de las paredes, no obstante ha encontrado que la mejor forma para mantenerlos a raya, es robar ostias de la sacristía al fin de la eucaristía cuando el sacerdote
se encierra para emborracharse; mojarlas con saliva y sellar con esa pasta las grietas entre las tablas…
eventualmente será descubierto y quemado por herejía.

Ahí, donde en unos 100 años, el emblemático templo se convertirá en un antro de vicio, en ella, y en el mismo lugar donde estuvo la banca por varios siglos, en éste, se rentarán “novias de cromo”, ginoides sexuales. Ahí, Andrea Hoffman, diseñadora de realidades virtuales para promocionales y cliente distinguida del lugar rentara de nuevo a 29A. Pero un incendio en el lugar la va a tomar por sorpresa,
los bomberos encontraran una masa fundida de carne quemada y plástico como único resto.

Yo, Dominique Aguste Curie, que escribo en esta tercera banca de la fila izquierda, recorro con mi olfato único de perro dálmata o sabueso, los residuos de hace veinte años sobre la madera, cuando solía defecar en mis pantalones, por no soltar mi diminuta consola; era mamá quien había de limpiarme sin que yo, consiguiera otra cosa, que oprimir el diminuto botón, moviéndome en la virtual Tijuana de "Chilli con Carnage".